miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Plaza de Armas de Vicuña y la historia de su remodelación en 1970


En 1970, un grupo de estudiantes del Departamento de Arte Público Ornamental de la Universidad de Chile, le cambió la cara a la Plaza de Vicuña. Hoy, uno de ellos retorna a los recuerdos que dejó esta experiencia que marcó la trayectoria vital y artística de varios de sus protagonistas; algunos de ellos desaparecidos durante la Dictadura.

La Plaza de Vicuña fue construida en 1910, con motivo del centenario de la República y remodelada el aniversario número 150 de la ciudad en el año 1971. La plaza original poseía al centro una fuente de agua de fierro forjado, y un característico kiosco, al estilo de las antiguas plazas que han existido en el norte chileno.

En 1970, encontrándose Vicuña cerca de celebrar sus 150 años ( 1971), las autoridades de la época buscaron remodelar este espacio con un diseño arquitectónico moderno, dedicado a Gabriela Mistral, tomando de paso, su nombre. Su actual remodelación fue inaugurada el 22 de Febrero de 1971.





El conjunto de la obra y cada uno de los elementos ornamentales incorporados en la remodelación  simbolizan un homenaje a Gabriela Mistral. Los profesores y alumnos de la Escuela de Canteros de la Universidad de Chile, diseñaron y ornamentaron artísticamente el sector, como un modo de adherirse al homenaje y de materializar sus inquietudes de proyectarse a la comunidad.

Fueron creados por este grupo de canteros: la pileta central, los murales de enlace, las jardineras monumentales, los núcleos ornamentales y el escenario al aire libre, que se juntaron con los monumentos antiguos que ya eran parte del paisaje de esta plaza.

Dirigidos por la mano de Carlos Manrique y de los destacados escultores Samuel Román y su hijo Héctor, siendo Alcalde de la época don  Pedro Rojas Rivera, y quién prácticamente dirigió las obras a nombre del municipio, el Regidor y ex Alcalde de Vicuña, don Wilson Rivera Díaz . El proyecto fue diseñado por el ingeniero y profesor don Pedro Oliva, y sus jardines fueron rediseñados y dirigidos por el paisajista de  prestigio internacional, señor Luis Nakagawa.

Al interior, se conservó las estatuas erigidas en honor de dos destacadas figuras del quehacer político nacional, regional y comunal: Ramon Herrera Rojas y Antonio Varas de la Barra.-  

Hoy, desde Argentina, uno de sus protagonistas, Enrique Ávalos nos cuenta su experiencia. Este artista egresó en 1972 de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile en la cual fue becado estudiando escultura en piedra, cerámica y especializándose en hierro soldado. Desde 1973 está radicado en Argentina donde ha participado en más de 70 exposiciones colectivas, concursos y 12 exposiciones individuales destacándose las efectuadas en el Centro Cultural San Martín (1988) y en la Embajada de Chile en Buenos Aires (2002).

 “Nací en Santiago y después del secundario como me gustaba la talla en madera entré en la facultad de Bellas Artes con el objetivo de tallar la piedra en la escuela de canteros. Cuando ingresé en la Escuela, ésta ya estaba involucrada en el Plan Vicuña y Plan Goleta Ancud”

A raíz  de la reforma universitaria, la Facultad de Bellas Artes se organizó en siete departamentos, y allí el departamento de Arte Público Ornamental definió su actividad orientándose a la formación de profesionales que incorporarían la escultura en relación y función con la arquitectura y el urbanismo de tal modo que el arte llegase a todos dándole también un campo ocupacional a los egresados.  Partiendo de la experiencia del fundador de la escuela, el Premio Nacional de Arte, Samuel Román, cuyas obras se ven en importantes lugares públicos (Universidad de Concepción, Monumento a la Batalla de Chacabuco, obras en plazas de Santiago, cabeza de Gabriela Mistral en Vicuña, etc.).

- ¿Quiénes componían el equipo que vino a intervenir la Plaza de Vicuña? ¿Qué roles tenía cada uno de ellos?

“Es importante señalar que todos los estamentos participaban de las deliberaciones que definieron  estas ideas y que se pudieron concretar tanto en Vicuña como en Ancud donde se realizó la Plazoleta Goleta Ancud y la restauración del Fuerte Ahui dañado por el terremoto de la década del 60.

Todos los miembros del departamento de Arte Público Ornamental participaron de la intervención de la plaza según su idoneidad. Se investigó la cultura diaguita originaria en la zona y así se recrearon diseños aplicados en los frisos de los macetones cilíndricos y en el escenario. La otra fuente de inspiración son los poemas de Gabriela Mistral. Fueron profesores y alumnos de los cursos superiores quienes prepararon en la escuela las obras luego instaladas definitivamente en Vicuña. El director de la obra fue el Profesor Carlos Manrique. Recuerdo entre los alumnos a Carlos Peña, Jorge Gómez, Jaime Valenzuela, Omar Vergara, Manuel Cantú,  Verónica Ampuero y Mercedes. El grueso de los alumnos intervino como voluntarios de mano de obra especializada, y allí tuvo lugar mi modesta participación en el año 70 o 71. El proyecto tengo entendido que duró cerca de tres años”.

Entrando en detalles logísticos, el artista nos cuenta: “Partíamos las piedras del río a golpe de maza y las trasladábamos en un camión, luego corregíamos los bordes con cinceles y punteros. Preparábamos la mezcla y se hacían los soportes recubriendo las paredes a la vista”. 

- ¿Qué recuerdos tiene de la gente de Vicuña y del grupo humano que estuvo dentro de este proyecto?

“Tengo un grato recuerdo de los momentos transcurridos en mi breve estadía en Vicuña, yo sólo estuve trabajando allí alrededor de 15 días. La Municipalidad estuvo siempre atenta a todo lo que necesitaba el grupo. Nos quedábamos en el viejo Hotel de la Plaza. Un domingo la gente del pueblo nos invitó a un asado.”

Sobre el papel que estaban desempeñando en esta obra, el grupo humano tenía plena concienciade la gran trascendencia el trabajo que estábamos realizando porque entendíamos que rescatábamos elementos culturales propios y los dejábamos en una exposición permanente para generaciones actuales y futuras, con temática diaguita, más los poemas de la poetisa llenos de humanidad sensible. Tanto los profesores como el centro de alumnos del que yo formé parte sentíamos que ese era nuestro rol en la sociedad. Aclaro que nuestro trabajo fue gratuito, sólo se cubrían los gastos de alojamiento y alimentación”.
- ¿Se ha vuelto a ver con los demás estudiantes que fueron parte de esta experiencia? ¿Tiene algún dato sobre su paradero o qué sería de ellos en la actualidad?
“Estoy viviendo en forma permanente en Buenos Aires desde enero del 73, por lo cual no volví a encontrarme con mis compañeros de la Escuela. Sí fui a visitar al Director de la Escuela, Héctor Román, en el momento en que con sus hermanos decidían qué hacer con el taller de su padre fallecido Samuel Román. Querían mantenerlo como museo con las obras de la colección personal pero no recibían ningún apoyo económico que lo hiciera posible.
Me enteré de dos compañeros que desaparecieron durante la dictadura militar: Omar Vergara y Manuel Cantú quienes participaron en la experiencia de Vicuña entre el 70 y el 71.
El departamento de Arte Público Ornamental fue disuelto y su sede vendida a una imprenta”.

- ¿Algún mensaje para los que se encargan de mantener y conservar el patrimonio local, a la luz de la obra realizada?

“El mensaje es que resulta interesante indagar más allá de la historia oficial para enterarse que para nosotros idealistas de los años 60 fue un privilegio vivir esa historia con esa realización concreta, en ese lugar fabuloso que es el Valle del Elqui”.